sábado, 21 de diciembre de 2019

Dejando atrás un tiempo luminoso


Transcurría agosto de 1971, en la ciudad de León, en el norte de España. Yo tenía 21 años y llegué allí como profesor de Informática y después delegado de la Escuela STIM. 

De todo eso "fue culpable", Juan Miguel García Alonso, uno de esos amigos que han marcado mi vida. Es, desde luego, una larga historia que trasciende este blog de poesía. Después de seis meses me trasladaron a Madrid para que me reincoporara a mi ciudad natal a la vuelta de contraer mi primer matrimonio.

El día que salí de la oficina en León reuní a todos los que trabajaban conmigo y les leí este Poema. Antes que termine este 2019 lo traigo a este muro, como homenaje a Juan Miguel, que falleció al terminar este mes de agosto (48 años después). 

Aquí lo dejo hermano querido, para que lo leas siempre que quieras.






DEJANDO ATRÁS UN TIEMPO LUMINOSO

(I)


Y si todo pasara a ser un recuerdo,
estas personas  que me ha dado calor
y me ha querido,
y me han  querido mucho,
y yo los he querido a ellos,
se me harán dolor entre las manos 
con el nombre de esta ciudad, LEÓN,
que es una fiera,
que me araña con los dulces dientes de su alma

Pero vosotros sabed siempre,
que aquel a quién queríais no se ha ido,
porque hay muchos formas de irse y de quedarse,
porque hay formas de vivir entre cristales;
sabed que os estaré recordando:

Julián que ha estado siempre  hurgando,
que siempre  y desde el primer momento
se introdujo en mi casa sin pedirme permiso,
que supo ser la imagen de mis dieciocho años.

TODOS ESTARÉIS APRETADOS, MUY JUNTOS

La muñeca gris, María Jesús, que conocí en la boca
de un amigo y siempre fue como una imagen
en la sombra,
como una guerra civil de sentimientos,
como una puerta entreabierta, indefinida.
Y acabé clavándole mis ojos oscuros 
para que comprendiera.
Y acabé con aquella ternura psicológica
Con el sentimiento  encendido de ser humo.

TODOS COMO UN CUERPO DIVERSO

José Luis, que estuvo tanto tiempo
llamándome Señor Vera,
a  pesar de los ojos  siempre llenos de fuego y de sosiego,
que siempre  explicó las preguntas
como un padre bueno
y fue mi cocinero, mi compañero
Durante cortos días  de julio 
y César el de los característicos adjetivos, 
con el jesucrístico rostro abierto.

TODOS EN EL MISMO MOMENTO  ALERTA

Porque vivir es ir dejando huella,
es no querer pasar de cada cuerpo
y yo siempre  he querido anclar
en vuestra tierra húmeda,
dejaros la huella de mi pie
sobre la frente y una herida 
amorosa en el pecho.



Y en todo momento he deseado ser hombre
más que cualquier otra cosa.
He deseado ser sencillamente  hombre,
que me llamaseis sencillamente Juan.

Ahora es ya momento de dejaros
y toda la seguridad  se me convierte en miedo;
no hay nada más humano que el temor.
Eso todos los sabéis y temo 
que dentro de unos días  se deje de notar
Mi presencia ausente.
Lo temo con la ferocidad del león que cuida vuestra cuna.

Porque olvidar  es descender  vertiginosamente 
y ser olvidado sentir un ala de hielo
en la penumbra de los miembros. 
Hoy he conseguido  recordaros 
aun teniendoos presentes, 
y os siento  con profunda melancolía 
y llego a emocionarme con vosotros.

Soy un hijo de la luz y vuelvo a ella
y estaré radiante abrazado al amor
y estaréis conmigo presentes en cada acto.
Porque siempre he sido así se todo esto.

TODOS JUNTOS COMO UNA MULTITUD DE FUEGO

Veo a Camino en su rincón frente a mí, 
con el semblante  de escalofrío 
y ese inextinguible dolor en el fondo de los ojos. 
Ese dolor que se hace espina en la garganta,
hasta quebrarle la voz. 

Y ese dolor que se convierte en grito
cuanto tiene a su hija entre los brazos.
Y esa forma de dejarlo todo desordenado
filosóficamente.

Y esa forma de querer a su hermano y de ser
húmeda y doliente.

Ya está el lazo profundo y anudado,
he comenzado andar entre las calles,
donde yo sé que vosotros me mirais. 
El ángulo y la imagen me sorprenden, 
entre este polvo, esta forma de ser 
este modo de ser ciudad y de contener vida.

Y ya me alejo y os vais haciendo pequeños,
y os voy queriendo más y sois vosotros
Y otra gente cuyos nombres
se me han ido grabando: 
José María, Casiano,
Belén, Amalia, Felico, Marisa, Luci. Rostros 
que se elevan y se van escapando,  
de sus ropajes y de todas las chaquetas.

Todo esto lo escribo para ella y los hijos
que vendrán, como llegan los días,
porque mi vida  está a punto de alargarse,
está a punto de hacerse necesaria 
y ellos conocerán vuestros nombres,
conocerán la forma en que todos  me habéis
ayudado a no estar solo,
la forma en que  me habéis dejado ser 
un vagabundo,
sin sentir soledad.

Voy hacia la luz 
Y lo que siento es tener que dejar  lo que he tenido,
para tomar algo nuevo
Y lo que siento es no poder compaginaros.

TODOS JUNTOS  COMO UNA MULTITUD DE FUEGO

Porque yo vine aquí cuando el frio 
era grueso y dolía, 
cuando el frio
se apoderaba de los dedos lentamente
y empecé a realizar  mi sueño de maestro.

Porque yo vine aquí para querer y ser mundo
y siempre estuve con mi HERMANO recorriéndolo todo 
y mi HERMANO me llevó a Blas y al barrio húmedo
y durmió siempre en la cama de enfrente
y leyó mis poemas y comenzó a quererme.

Mi HERMANO me fue contando cada noche 
su vida y yo empecé a quererle y a querer a esta tierra.
pero un día también  Juan Miguel  tuvo que irse
y entonces  estuvisteis vosotros silenciosamente  a mi lado,
calladamente expectantes,
haciéndoos un hueco entre los colchones de mi alma
y la presencia de Patanivo se fue haciendo
extensa y poderosa,
hasta devolverme la fraternidad  extinguida.

TODOS EN EL MISMO MOMENTO ALERTA

Regresando al momento esencial
en que salimos del agua cálida,
en el que nos purificamos  en una unión
más profunda que la de esta oficina
en la que nos vemos a horas fijas,
pero aprendimos a compartir todas las horas.
Aquí, donde vernos fue una alegría diaria.

Porque vivir es saber necesitarse,
saber llenar de sentido la mirada,
saber salir del agua dispuestos al encuentro,
saber abrazarnos en el momento justo,
saber dejarnos  una caricia en la cara.

Todos los sabéis, porque todos  hemos reído
a carcajadas juntos 
y nos hemos sentido  humanos sonriendo.
Por eso esta forma de estar melancólico 
al marcharme,
Porque yo vine aquí cuando el monte era nieve
y entro todos la fuísteis derritiendo.
Hicistéis de ella una sábana blanca
y durante días estuve confundido en el paisaje
y con vuestra forma de hablar y vuestro acento.

Y ahora de pronto todo se escurre
y de pronto  abondono este sillón y me levanto.
Me dirijo a la puerta, como siempre. 
Pero esta vez  me vuelvo y os clavo la mirada
y bajo despacio y con pesadez las escaleras
y traspaso el umbral,  digo adiós al portero
y el aire de la ciudad me recibe,
andando hacia adelante hasta que me pierdo
tras la última ventana,
hasta que me alejo mientras os sigo  viendo, quietos,
congelados en mi imaginación 
como en el final de una película.
Hasta que todo se detiene y alguien llora, 
hasta que nuestra quietud convierte al mundo  
en un profundo silencio.

oO0Oo

(II)

VIVIR ES UN INCENDIO, 
VIVIR MERCURIO TERMOMÉTRICO.

Y de pronto  me encuentro ante vosotros marchándome 
y de pronto mi forma de miraros tiene un halo de huida
y ya no sé si emprendo una fuga o es un sueño.

Os siento lentos, apagados, viscosos,
os siento animales algo tristes que pasean.
Yo nunca había  sentido esas miradas despidiéndose
y de pronto  el hilo comienza a estirarse.
pero yo pienso: “estirazarse” 
y el juego de luces empieza a titilar difuminándose
y las sombras son tenues 
y los rostros se pierden en mis sombras
y los rostros y las voces son tenues
y las sombras se ocultan en las sombras.

Yo vine aquí para ser caminante,
con la ilusión  albergada de tiempos: Ser maestro.
Es verdad que lo que quise fue enseñar literatura y lengua
y lo que enseñé fueron lenguajes para hablar con máquinas.
Vuestra presencia me llenó de poesía,
escribo por eso con amor estos versos,
porque todos al final fuimos maestros,
unos de otros y esos otros de aquellos, 
que desde lejos fuimos todos y uno,
como el Universo.


Yo vine aquí para ser caminante 
y la aventura tuvo treinta testigos,
cuando hablaba de ellos les llamaba alumnos,
porque vivir es ser alumno, sobre todas las cosas,
porque sobre todas las cosas  vivir es movimiento,
porque vivir  es ir haciendo nuestro cada paso.
Yo vine aquí  para formar mi casa
porque siempre  he sido hormiga laboriosa,
porque siempre he creído que hay futuro.  
Esa es mi naturaleza.

Creer no es vivir  anclado en el pasado.
porque el pasado ha sido siempre y solamente un impulso
y la persona es nueva y distinta cada dia. 

Mirar atrás  resulta necesario.
Yo he recordado  siempre cada instante vivido. 
Recordar resulta necesario 
recordarse y traer  lo vivido a la vida 
y convertirlo  en embrión  de un futuro nuevo 
y convertirlo en nueva flor abierta
y amarlo por no ser estático  y lejano.

Mirar atrás resulta necesario,
pero no hay nada más  inservible que un recuerdo seco, 
porque no hay nada más seco
que la fotografía mental de nuestra vida detenida,
de ese peso que no se puede cambiar y que nos pesa.

Vivir es la revolución de cada día 
y ante mi mesa, hoy, en este instante,
transcurriendo agostos del mil novecientos setenta y uno
transcurriendo mi juventud, toda mi sangre en vilo,
regresan seis meses  de historia en esta tierra.

Seis meses y unos días que hoy terminan
y temo y me retraso y  escudriño 
y busco  a todos mis alumnos,  uno a uno
y uno a uno los amo en el recuerdo.

Los agrupo en mi mente, hasta que todos  juntos 
Forman una imagen  inolvidable

“Existen cosas  inolvidables”  esos ojos de todos.
Esa forma de quedar unidos  en mi alma,
de hacerme salir de mí  y  correr 
y traspasar alegremente el aire.

El recuerdo es la vida con moho,
la vida metida en una jaula,
la vida de los grandes apellidos.
Vivir es más simple.
Vivir es saber que pasarán los años y sus noches 
y nosotros seguiremos en esta sala mirándonos.
En esta y en otras muchas salas y plazas y senderos
Sabiendo que vivir es un incendio
Y que por eso seremos fuego enamorado
y que por eso seremos cenizas con sentido.