domingo, 24 de noviembre de 2013

Federico y Granada (1)

El momento de mi vinculación definitiva con García Lorca ocurrió en abril de 1.966, aún no cumplía los 16 años y el viaje del Curso 6° de Bachillerato B fue a Granada. Todo el tiempo fuí con un cuaderno bajo el brazo escribiendo al ritmo del Romancero Gitano.Tuve una explosión de Andalucía en las venas.
Una noche nos llevaron a las cuevas del  Sacromonte a vivir el ritual de una de sus zambras y allí llegó a mi alma la experiencia del flamenco que hasta entonces siempre había sido una imposición paterna. El flamenco se convirtió desde ese preciso día en la música que me transportaba a mis orígenes. En la foto de esa noche no aparezco yo, pero sí Angel Villanueva, Luis Valero, Joaquin Gómez Cano, Jesús Pajares Vales, Carlos Acero Benedicto y Amador Fernández Dávila (¿Por qué no se me olvidan estos nombres?) rodeados de tres de las bailaoras que bailaron "la alboreá", "la cachucha" y "la mosca", los ritmos de las bodas gitanas.



Granada y Federico, una aventura que nunca olvidaré, como tampoco el poema "Zorongo"

Zorongo

Las manos de mi cariño
te están bordando una capa
con agremán de alhelíes
y con esclavina de agua.

Cuando fuiste novio mío,
por la primavera blanca,
los cascos de tu caballo
cuatro sollozos de plata.

La luna es un pozo chico,
las flores no valen nada,
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazan,

lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazan.

que en esta versión de Carmen Linares, una de las mejores cantaoras flamencas es también inolvidable.


Terminó el viaje, fuimos a comprar los regalos para la vuelta al centro de Granada. Allí nos hicimos esta fotografía: Alfredo Díaz Mosquera, Carlos Acero Benedicto, yo, Gabriel Salcedo Durán pensativo, que nos dejó el año pasado y Juan Manuel López Gómez. Terminó el viaje adolescente y empezó otra etapa de mi vida.


Zorongo, zorongo,zorongo



miércoles, 20 de noviembre de 2013

Federico Garcia Lorca: su poesía gitana



La poesía de Federico García Lorca, un andaluz más en mi formación poética, fue un amor a primera vista.

Leí su Romancero Gitano a los 15 años, el ritmo, la sonoridad de las palabras, los colores se me incrustaron en la forma de escribir del principiante. 

Repetía con los ojos entreabiertos:

"Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta. 

Compadre vengo sangrando
desde los puertos de Cabra


-Si yo pudiera, mocito
Este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa"

Todos los poemas del Romancero me dejaron huella, pero quizás por su sonoridad comienzo esta primera nota sobre Federico con su Romance Sonámbulo, que escribió cuando tenía 26 años
 

ROMANCE SONÁMBULO
A Gloria Giner

y a Fernando de los Ríos


Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas le están mirando
y ella no puede mirarlas.
              *
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.
              *
Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los montes de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
dejadme subir, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.
              *
Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herían la madrugada. 


              *
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está mi niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!
              *
Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche su puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos,
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.




2 de agosto de 1924
autógrafo

viernes, 1 de noviembre de 2013

Antonio Machado, su verso último

E
Ese momento contado por mi padre: el poeta enfermo, trasladado en ambulancia cruzando la frontera de Francia en la que largas filas de españoles hundidos en la tristeza salían de mi país, se quedó en mi memoria.

Luego supe que en un bolsillo del gabán de Machado, encontraron después de muerto un papel con un solo verso. Y precisamente ese verso es para mí el más conmovedor de su poesía. Lo he musitado muchas veces en mi vida, lo he insertado en escritos.

"Estos días azules y este sol de la infancia"

Una sola linea para describir toda la melancolía.

Después de muerto, también, el franquismo canalla le escupió su trayectoria de maestro expulsándole del cuerpo de catedráticos de Instituto. En 1981 en la España democrática, Federico Mayor Zaragoza lo rehabilitó como nuestra historia requería. Mientras tanto Francia fue su casa de muerte y a Collioure llegaron las cartas de quienes recordaban sus propios días azules, la luz de la infancia oculta en una postguerra fratricida, dolorosa, innecesaria.

Ya Machado había escrito el poema que nos describía como pueblo

 Españolito que vienes al mundo

Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.

Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.


 

Antonio Machado a lo largo de su Poesia

Ya lo he dicho, Antonio Machado nació en Sevilla en 1875 y formó parte de la denominada Generación del 98 de la literatura española. Fue uno de los exponentes de nuestra poesía Modernista, desde que  conoció a Ruben Darío en París y durante un tiempo siguió sus huellas. Fue miembro de número de la Real Academia Española. Algunos de sus libros publicados más importantes fueron "Soledades", "Campos de Castilla" y "La Guerra".

Con el traslado de su abuelo catedrático dejó su Andalucía para irse a Madrid donde estudió en la famosa Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos. Más tarde viajó a París donde residía su hermano mayor Manuel con quien trabajó en obras teatrales.

Soria fue una ciudad importante en su vida y en respuesta es  la ciudad que aún guarda su huella más viva, allí se enamoró de la jovencísima Leonor Izquierdo y se casó con ella cuando ésta tenía 15 años, cinco años más tarde ella contrajo una tuberculosis y murió.  El poeta se quedó profundamente deprimido y pidió su traslado a Baeza, donde conoció a Federico García Lorca. En  Soria escribió sus poemas castellanos y fue abandonando el modernismo para ir acuñando su propio estilo.

Un segundo amor,más literario, llegó más tarde cuando se enamoró de Pilar, una mujer casada a la que dedicó su poesía amorosa con el nombre de Guiomar.

"Todo amor es fantasía;
él inventa el año, el día,
la hora y su melodía;
inventa el amante y, más,
la amada. No prueba nada,
contra el amor, que la amada
no haya existido jamás"

Aquí están algunos de los poemas que estuvieron presentes en mi escritura de aprendiz de poeta.

Anoche cuando dormía


Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Dí: ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón




La musicalización de Joan Manuel Serrat y el impacto que tuvo en otros cantantes y músiscos puso a Machado en el conocimiento popular. Algunas versiones como la de Camarón de la Isla de "La saeta" son memorables.




LA SAETA


¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

Encuentro un vídeo de "Retrato", otro de los grandes poemas de Machado, en el que recuerda su infancia en Sevilla desde la paz soriana, cantado por Serrat en el Teatro Monumental de Santiago de Chile en 1.969 antes del elocuente rechazo que hizo a la dictadura pinochetista y que lo alejó de Chile hasta el año 1.990 cuando regresó la democracia y cantó en el simbólico Estadio Nacional.




RETRATO


Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.


 Machado tomó claro partido por la España Republicana, como hicieron los principales escritores e intelectuales de España. Desde esa compañera cercanía en las letras y en las ideas escribió a la muerte de su amigo Federico.

En los últimos momentos de la guerra desde Barcelona (donde también estaba mi padre), Antonio Machado, ya enfermo, cruzó en ambulancia a Francia camino del destierro donde al mes de Febrero de 1.939 falleció en Collioure, uno de los lugares de culto para los jóvenes literarios de mi generación

EL CRIMEN FUE EN GRANADA


1. El crimen

Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
¿sangre en la frente y plomo en las entrañas?
... Que fue en Granada el crimen
sabed ¡pobre Granada!, en su Granada.


2. El poeta y la muerte

Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
¡Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque! yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»

3.

Se le vio caminar...
Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!



Probablemente sus versos más conocidos son las estrofas de "Proverbios y Cantares" de su libro "Campos de Castilla" que Serrat incluyó en su canción "Cantares" incorporando tres estrofas propias y que se conoce popularmente por "Caminante no hay camino", con él cierro esta segunda nota machadiana.

CAMINANTE NO HAY CAMINO


Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.

Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

 
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