Acudo a Blas de Otero, uno de los poetas a los que llegué en la última parte de mi adolescencia, después de la Generación del 27 y los clásicos porque representó a la poesía social y la protesta, cuando en mí surgió la vocación política. Cantantes como Paco Ibáñez convirtieron en canción poemas como el conocido como "Me queda la palabra" y que en realidad se titula "En principio", formando parte de su libro "Pido la voz y la palabra"
En el principio
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
Aqui Paco Ibáñez en Granada en el año 2.008 en una versión del poema.
Blas de Otero nació en Bilbao el 15 de marzo del 1.916, hace pronto 102 años y estuvo influenciado por la notable Generación del 27, por Juan Ramón Jiménez, Rabindranath Tagore, Miguel Hernández, César Vallejo y el ambiente de una época que lo llevó de la espiritualidad a lo social. Sus poemas siempre me pusieron en contacto con la soledad, el dolor y una rabia callada que siempre me resultó poéticamente provocadora.
Lo traigo aquí porque vivimos tiempos en el que no debemos olvidar que nos queda la PALABRA, no podemos quedarnos en silencio, aunque busquemos nuestro silencio interior. Son dos actitudes conciliables, incluso necesarias.