domingo, 26 de junio de 2022

Versos perdidos en un cuaderno de viaje


 

Hoy, en "Biolibros de Humanidad", al escuchar un poema de Luisa Elena Sucre, he recordado los versos que escribí en el años 2010 después de pasear por la ciudad universitaria, en los alrededores de La Moncloa, tras uno de esos momentos en que la luz cálida del pasado regresa nítida y reveladora.


Hoy te he encontrado, Juanín

en la Moncloa,

en los espacios puros 

de un Madrid de cielos siempre azules.


Hoy te he encontrado de nuevo

y me he acercado a ti,

a tus sueños primeros,

a la romántica nostalgia

de tus versos de niño,

a la certeza de que la vida

solo tiene sentido cuando es Vida


Hoy te he encontrado, Juan.

A aquel de entonces. 

Con el cuaderno preparado 

bajo el brazo, 

el bolígrafo azul 

y los ojos dispuestos

a encontrar la belleza enmascarada,

a unir las pestañas y los sueños,

a despertar a la sonrisa y al mañana.


Te he mirado y me has mirado,

después la tarde quieta,

ahora la serena madrugada.


jueves, 18 de febrero de 2021

Ha muerto Joan Margarit

Vuelvo a este blog despues de muchos meses en los que la poesía ha estado en mis charlas y cursos como un condimento para el alma. Ha muerto Joan Margarit, el arquitecto poeta de voz dramática que escribió versos como estos. Vuelvo a leerlos en silencio.

  No tires las cartas de amor 

 
No tires las cartas de amor. 
 Ellas no te abandonarán. 
 El tiempo pasará, 
 se borrará el deseo
 -esta flecha de sombra- 
 y los sensuales rostros,
 bellos e inteligentes, 
 se ocultarán en ti, 
 al fondo de un espejo. 

 Caerán los años. 
 Te cansarán los libros. 
 Descenderás aún más
 e, incluso, perderás la poesía.

 El ruido de ciudad en los cristales 
 acabará por ser tu única música, 
 y las cartas de amor que habrás guardado
 serán tu última literatura.

sábado, 21 de diciembre de 2019

Dejando atrás un tiempo luminoso


Transcurría agosto de 1971, en la ciudad de León, en el norte de España. Yo tenía 21 años y llegué allí como profesor de Informática y después delegado de la Escuela STIM. 

De todo eso "fue culpable", Juan Miguel García Alonso, uno de esos amigos que han marcado mi vida. Es, desde luego, una larga historia que trasciende este blog de poesía. Después de seis meses me trasladaron a Madrid para que me reincoporara a mi ciudad natal a la vuelta de contraer mi primer matrimonio.

El día que salí de la oficina en León reuní a todos los que trabajaban conmigo y les leí este Poema. Antes que termine este 2019 lo traigo a este muro, como homenaje a Juan Miguel, que falleció al terminar este mes de agosto (48 años después). 

Aquí lo dejo hermano querido, para que lo leas siempre que quieras.






DEJANDO ATRÁS UN TIEMPO LUMINOSO

(I)


Y si todo pasara a ser un recuerdo,
estas personas  que me ha dado calor
y me ha querido,
y me han  querido mucho,
y yo los he querido a ellos,
se me harán dolor entre las manos 
con el nombre de esta ciudad, LEÓN,
que es una fiera,
que me araña con los dulces dientes de su alma

Pero vosotros sabed siempre,
que aquel a quién queríais no se ha ido,
porque hay muchos formas de irse y de quedarse,
porque hay formas de vivir entre cristales;
sabed que os estaré recordando:

Julián que ha estado siempre  hurgando,
que siempre  y desde el primer momento
se introdujo en mi casa sin pedirme permiso,
que supo ser la imagen de mis dieciocho años.

TODOS ESTARÉIS APRETADOS, MUY JUNTOS

La muñeca gris, María Jesús, que conocí en la boca
de un amigo y siempre fue como una imagen
en la sombra,
como una guerra civil de sentimientos,
como una puerta entreabierta, indefinida.
Y acabé clavándole mis ojos oscuros 
para que comprendiera.
Y acabé con aquella ternura psicológica
Con el sentimiento  encendido de ser humo.

TODOS COMO UN CUERPO DIVERSO

José Luis, que estuvo tanto tiempo
llamándome Señor Vera,
a  pesar de los ojos  siempre llenos de fuego y de sosiego,
que siempre  explicó las preguntas
como un padre bueno
y fue mi cocinero, mi compañero
Durante cortos días  de julio 
y César el de los característicos adjetivos, 
con el jesucrístico rostro abierto.

TODOS EN EL MISMO MOMENTO  ALERTA

Porque vivir es ir dejando huella,
es no querer pasar de cada cuerpo
y yo siempre  he querido anclar
en vuestra tierra húmeda,
dejaros la huella de mi pie
sobre la frente y una herida 
amorosa en el pecho.



Y en todo momento he deseado ser hombre
más que cualquier otra cosa.
He deseado ser sencillamente  hombre,
que me llamaseis sencillamente Juan.

Ahora es ya momento de dejaros
y toda la seguridad  se me convierte en miedo;
no hay nada más humano que el temor.
Eso todos los sabéis y temo 
que dentro de unos días  se deje de notar
Mi presencia ausente.
Lo temo con la ferocidad del león que cuida vuestra cuna.

Porque olvidar  es descender  vertiginosamente 
y ser olvidado sentir un ala de hielo
en la penumbra de los miembros. 
Hoy he conseguido  recordaros 
aun teniendoos presentes, 
y os siento  con profunda melancolía 
y llego a emocionarme con vosotros.

Soy un hijo de la luz y vuelvo a ella
y estaré radiante abrazado al amor
y estaréis conmigo presentes en cada acto.
Porque siempre he sido así se todo esto.

TODOS JUNTOS COMO UNA MULTITUD DE FUEGO

Veo a Camino en su rincón frente a mí, 
con el semblante  de escalofrío 
y ese inextinguible dolor en el fondo de los ojos. 
Ese dolor que se hace espina en la garganta,
hasta quebrarle la voz. 

Y ese dolor que se convierte en grito
cuanto tiene a su hija entre los brazos.
Y esa forma de dejarlo todo desordenado
filosóficamente.

Y esa forma de querer a su hermano y de ser
húmeda y doliente.

Ya está el lazo profundo y anudado,
he comenzado andar entre las calles,
donde yo sé que vosotros me mirais. 
El ángulo y la imagen me sorprenden, 
entre este polvo, esta forma de ser 
este modo de ser ciudad y de contener vida.

Y ya me alejo y os vais haciendo pequeños,
y os voy queriendo más y sois vosotros
Y otra gente cuyos nombres
se me han ido grabando: 
José María, Casiano,
Belén, Amalia, Felico, Marisa, Luci. Rostros 
que se elevan y se van escapando,  
de sus ropajes y de todas las chaquetas.

Todo esto lo escribo para ella y los hijos
que vendrán, como llegan los días,
porque mi vida  está a punto de alargarse,
está a punto de hacerse necesaria 
y ellos conocerán vuestros nombres,
conocerán la forma en que todos  me habéis
ayudado a no estar solo,
la forma en que  me habéis dejado ser 
un vagabundo,
sin sentir soledad.

Voy hacia la luz 
Y lo que siento es tener que dejar  lo que he tenido,
para tomar algo nuevo
Y lo que siento es no poder compaginaros.

TODOS JUNTOS  COMO UNA MULTITUD DE FUEGO

Porque yo vine aquí cuando el frio 
era grueso y dolía, 
cuando el frio
se apoderaba de los dedos lentamente
y empecé a realizar  mi sueño de maestro.

Porque yo vine aquí para querer y ser mundo
y siempre estuve con mi HERMANO recorriéndolo todo 
y mi HERMANO me llevó a Blas y al barrio húmedo
y durmió siempre en la cama de enfrente
y leyó mis poemas y comenzó a quererme.

Mi HERMANO me fue contando cada noche 
su vida y yo empecé a quererle y a querer a esta tierra.
pero un día también  Juan Miguel  tuvo que irse
y entonces  estuvisteis vosotros silenciosamente  a mi lado,
calladamente expectantes,
haciéndoos un hueco entre los colchones de mi alma
y la presencia de Patanivo se fue haciendo
extensa y poderosa,
hasta devolverme la fraternidad  extinguida.

TODOS EN EL MISMO MOMENTO ALERTA

Regresando al momento esencial
en que salimos del agua cálida,
en el que nos purificamos  en una unión
más profunda que la de esta oficina
en la que nos vemos a horas fijas,
pero aprendimos a compartir todas las horas.
Aquí, donde vernos fue una alegría diaria.

Porque vivir es saber necesitarse,
saber llenar de sentido la mirada,
saber salir del agua dispuestos al encuentro,
saber abrazarnos en el momento justo,
saber dejarnos  una caricia en la cara.

Todos los sabéis, porque todos  hemos reído
a carcajadas juntos 
y nos hemos sentido  humanos sonriendo.
Por eso esta forma de estar melancólico 
al marcharme,
Porque yo vine aquí cuando el monte era nieve
y entro todos la fuísteis derritiendo.
Hicistéis de ella una sábana blanca
y durante días estuve confundido en el paisaje
y con vuestra forma de hablar y vuestro acento.

Y ahora de pronto todo se escurre
y de pronto  abondono este sillón y me levanto.
Me dirijo a la puerta, como siempre. 
Pero esta vez  me vuelvo y os clavo la mirada
y bajo despacio y con pesadez las escaleras
y traspaso el umbral,  digo adiós al portero
y el aire de la ciudad me recibe,
andando hacia adelante hasta que me pierdo
tras la última ventana,
hasta que me alejo mientras os sigo  viendo, quietos,
congelados en mi imaginación 
como en el final de una película.
Hasta que todo se detiene y alguien llora, 
hasta que nuestra quietud convierte al mundo  
en un profundo silencio.

oO0Oo

(II)

VIVIR ES UN INCENDIO, 
VIVIR MERCURIO TERMOMÉTRICO.

Y de pronto  me encuentro ante vosotros marchándome 
y de pronto mi forma de miraros tiene un halo de huida
y ya no sé si emprendo una fuga o es un sueño.

Os siento lentos, apagados, viscosos,
os siento animales algo tristes que pasean.
Yo nunca había  sentido esas miradas despidiéndose
y de pronto  el hilo comienza a estirarse.
pero yo pienso: “estirazarse” 
y el juego de luces empieza a titilar difuminándose
y las sombras son tenues 
y los rostros se pierden en mis sombras
y los rostros y las voces son tenues
y las sombras se ocultan en las sombras.

Yo vine aquí para ser caminante,
con la ilusión  albergada de tiempos: Ser maestro.
Es verdad que lo que quise fue enseñar literatura y lengua
y lo que enseñé fueron lenguajes para hablar con máquinas.
Vuestra presencia me llenó de poesía,
escribo por eso con amor estos versos,
porque todos al final fuimos maestros,
unos de otros y esos otros de aquellos, 
que desde lejos fuimos todos y uno,
como el Universo.


Yo vine aquí para ser caminante 
y la aventura tuvo treinta testigos,
cuando hablaba de ellos les llamaba alumnos,
porque vivir es ser alumno, sobre todas las cosas,
porque sobre todas las cosas  vivir es movimiento,
porque vivir  es ir haciendo nuestro cada paso.
Yo vine aquí  para formar mi casa
porque siempre  he sido hormiga laboriosa,
porque siempre he creído que hay futuro.  
Esa es mi naturaleza.

Creer no es vivir  anclado en el pasado.
porque el pasado ha sido siempre y solamente un impulso
y la persona es nueva y distinta cada dia. 

Mirar atrás  resulta necesario.
Yo he recordado  siempre cada instante vivido. 
Recordar resulta necesario 
recordarse y traer  lo vivido a la vida 
y convertirlo  en embrión  de un futuro nuevo 
y convertirlo en nueva flor abierta
y amarlo por no ser estático  y lejano.

Mirar atrás resulta necesario,
pero no hay nada más  inservible que un recuerdo seco, 
porque no hay nada más seco
que la fotografía mental de nuestra vida detenida,
de ese peso que no se puede cambiar y que nos pesa.

Vivir es la revolución de cada día 
y ante mi mesa, hoy, en este instante,
transcurriendo agostos del mil novecientos setenta y uno
transcurriendo mi juventud, toda mi sangre en vilo,
regresan seis meses  de historia en esta tierra.

Seis meses y unos días que hoy terminan
y temo y me retraso y  escudriño 
y busco  a todos mis alumnos,  uno a uno
y uno a uno los amo en el recuerdo.

Los agrupo en mi mente, hasta que todos  juntos 
Forman una imagen  inolvidable

“Existen cosas  inolvidables”  esos ojos de todos.
Esa forma de quedar unidos  en mi alma,
de hacerme salir de mí  y  correr 
y traspasar alegremente el aire.

El recuerdo es la vida con moho,
la vida metida en una jaula,
la vida de los grandes apellidos.
Vivir es más simple.
Vivir es saber que pasarán los años y sus noches 
y nosotros seguiremos en esta sala mirándonos.
En esta y en otras muchas salas y plazas y senderos
Sabiendo que vivir es un incendio
Y que por eso seremos fuego enamorado
y que por eso seremos cenizas con sentido.

domingo, 4 de febrero de 2018

Blas de Otero un poeta que hoy reviso.


Acudo a Blas de Otero, uno de los poetas a los que llegué en la última parte de mi adolescencia, después de la Generación del 27 y los clásicos porque representó a la poesía social y la protesta, cuando en mí surgió la vocación política. Cantantes como Paco Ibáñez convirtieron en canción poemas como el conocido como "Me queda la palabra" y que en realidad se titula "En principio", formando parte de su libro "Pido la voz y la palabra"



En el principio

Si he perdido la vida, el tiempo, todo

lo que tiré, como un anillo, al agua,

si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.



Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.



Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.


Aqui  Paco Ibáñez en Granada en el año 2.008 en una versión del poema.

Blas de Otero nació en Bilbao el 15 de marzo del 1.916, hace pronto 102 años y estuvo influenciado por la notable Generación del 27, por Juan Ramón Jiménez, Rabindranath Tagore, Miguel Hernández, César Vallejo y el ambiente de una época que lo llevó de la espiritualidad a lo social. Sus poemas siempre me pusieron en contacto con la soledad, el dolor y una rabia callada que siempre me resultó poéticamente provocadora.

Lo traigo aquí porque vivimos tiempos en el que no debemos olvidar que nos queda la PALABRA, no podemos quedarnos en silencio, aunque busquemos nuestro silencio interior. Son dos actitudes conciliables, incluso necesarias.





domingo, 28 de enero de 2018

Adios al antipoeta: Nicanor Parra


"Nicanor, ha muerto, ¡Viva Nicanor!" Repetir esto 103 veces en distintos rincones de Chile puede ser un acto de antipoesía. Que esos rincones mezclen paisajes de barrios populares, monumentales de cordillera, bizarros del roterío, nostálgicos de los brumosos bosques, puede darle fondo e imagen a la antipoesía.

La antipoesía de Parra surge en los años 30 del siglo pasado, como una forma alternativa a la sonoridad de Neruda y al creacionismo de Huidobro. Los tres y Pablo Rokha pasaron por versos antipoéticos. ¿Qué es la antipoesía?

El propio Nicanor Parra lo explicó así. "El colegio era campeón de básquetbol y fútbol, por lo que a los atletas los consideraban héroes. A mí, Jorge MillasCarlos Pedraza y Luis Oyarzún, que formábamos un grupo de intelectuales, nos llamaban los filósofos y, según los deportistas, filósofo era sinónimo de pelotudo. Se dio la clásica rivalidad entre espartanos y atenienses. Decidimos que teníamos que revertir esta situación y para ser aceptados se nos ocurrió hacer un tipo de literatura humorística, con muchos chistes y bromas, que era aceptada por ellos. Fue una transacción en la que el último hombre arrasaría con el súper hombre. Se produjo el choque entre pedantería y vulgaridad; nosotros éramos los pedantes, ellos los vulgares, y la síntesis dialéctica entre ambos, es la antipoesía."

En palabras simples, significa la huida de un lenguaje culto y afectado y la cercanía a un hablar popular, en el que aparecen los dichos, las frases hechas y se elude lo retórico.

La obra que me fue llegando con el tiempo:

Hay dos panes
Usted se come dos.
Yo ninguno.
Consumo promedio:
Un pan por persona.

ooO0Ooo


Autoretrato

Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante: 
Soy profesor en un liceo obscuro, 
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales). 
¿Qué les dice mi cara abofeteada? 
¡Verdad que inspira lástima mirarme! 
Y qué les sugieren estos zapatos de cura 
Que envejecieron sin arte ni parte.

En materia de ojos, a tres metros 
No reconozco ni a mi propia madre. 
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases: 
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!

Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.

ooO0Ooo



Epitafio

De estatura mediana,
Con una voz ni delgada ni gruesa,
Hijo mayor de profesor primario
Y de una modista de trastienda;
Flaco de nacimiento
Aunque devoto de la buena mesa;
De mejillas escuálidas
Y de más bien abundantes orejas;
Con un rostro cuadrado
En que los ojos se abren apenas
Y una nariz de boxeador mulato
Baja a la boca de ídolo azteca
-Todo esto bañado
Por una luz entre irónica y pérfida-
Ni muy listo ni tonto de remate
Fui lo que fui: una mezcla 
De vinagre y aceite de comer
¡Un embutido de ángel y bestia!

ooO0Ooo

El hombre imaginario




Hay un Nicanor Parra que no sólo fue antipoeta, o profesor de matemáticas o constructor de artefactos o lobo estepario, el de poemas como este.


A recorrer me dediqué esta tarde
Las solitarias calles de mi aldea
Acompañado por el buen crepúsculo
Que es el único amigo que me queda.
Todo está como entonces, el otoño
Y su difusa lámpara de niebla,
Sólo que el tiempo lo ha invadido todo
Con su pálido manto de tristeza.
Nunca pensé, creédmelo, un instante
Volver a ver esta querida tierra,
Pero ahora que he vuelto no comprendo
Cómo pude alejarme de su puerta.
Nada ha cambiado, ni sus casas blancas
Ni sus viejos portones de madera.
Todo está en su lugar; las golondrinas
En la torre más alta de la iglesia;
El caracol en el jardín, y el musgo
En las húmedas manos de las piedras.
No se puede dudar, éste es el reino
Del cielo azul y de las hojas secas
En donde todo y cada cosa tiene
Su singular y plácida leyenda:
Hasta en la propia sombra reconozco
La mirada celeste de mi abuela.
Estos fueron los hechos memorables
Que presenció mi juventud primera,
El correo en la esquina de la plaza
Y la humedad en las murallas viejas.
¡Buena cosa, Dios mío! nunca sabe
Uno apreciar la dicha verdadera,
Cuando la imaginamos más lejana
Es justamente cuando está más cerca.
Ay de mí, ¡ay de mí!, algo me dice
Que la vida no es más que una quimera;
Una ilusión, un sueño sin orillas,
Una pequeña nube pasajera.
Vamos por partes, no sé bien qué digo,
La emoción se me sube a la cabeza.
Como ya era la hora del silencio
Cuando emprendí mí singular empresa,
Una tras otra, en oleaje mudo,
Al establo volvían las ovejas.
Las saludé personalmente a todas
Y cuando estuve frente a la arboleda
Que alimenta el oído del viajero
Con su inefable música secreta
Recordé el mar y enumeré las hojas
En homenaje a mis hermanas muertas.
Perfectamente bien. Seguí mi viaje
Como quien de la vida nada espera.
Pasé frente a la rueda del molino,
Me detuve delante de una tienda:
El olor del café siempre es el mismo,
Siempre la misma luna en mi cabeza;
Entre el río de entonces y el de ahora
No distingo ninguna diferencia.
Lo reconozco bien, éste es el árbol
Que mi padre plantó frente a la puerta
(Ilustre padre que en sus buenos tiempos
Fuera mejor que una ventana abierta).
Yo me atrevo a afirmar que su conducta
Era un trasunto fiel de la Edad Media
Cuando el perro dormía dulcemente
Bajo el ángulo recto de una estrella.
A estas alturas siento que me envuelve
El delicado olor de las violetas
Que mi amorosa madre cultivaba
Para curar la tos y la tristeza.
Cuánto tiempo ha pasado desde entonces
No podría decirlo con certeza;
Todo está igual, seguramente,
El vino y el ruiseñor encima de la mesa,
Mis hermanos menores a esta hora
Deben venir de vuelta de la escuela:
¡Sólo que el tiempo lo ha borrado todo
Como una blanca tempestad de arena!

 
 
De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954)


103 veces digo, repetir "Parra ha muerto ¡Viva y vuelva Nicanor Parra!