Ya lo hemos hecho otras veces, los amigos del Grupo de Desafío nos hemos reunido fuera de nuestro espacio metodológico para leer poesía. Esta vez aprovechando la estancia de Cande, a la poesía le hemos puesto tapas de la cocina de España y nos reunimos en mi casa.
Fernando Contardo, empieza con Miguel Hernández. Lee la carta que le envió a su mujer desde la cárcel de la calle Torrijos (en la que también estuvo mi padre) en ella le enviaba el poema "Las nanas de la cebolla."
Me quedo con esta estrofa que repito desde hace tantos años:
"Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma."
Pablo Garcia del Real ha elegido a Constantino Cavafis y su poema a Ítaca.
"Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte."
Fernán Ibáñez nos trajo a dos autores diferentes de dos épocas distintas: Federico García Lorca y Jorge Manrique. Tomo su décima cinco
"Este mundo es el camino
Para el otro qu'es morada
sin pesar;
más cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientras vivimos,
e llegamos
al tiempo que fenecemos;
assi que cuando morimos,
descansamos."
Para el otro qu'es morada
sin pesar;
más cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientras vivimos,
e llegamos
al tiempo que fenecemos;
assi que cuando morimos,
descansamos."
Maribel Vidal nos ha traido a la uruguaya Juana Ibarbourou. Me quedo con algunos de los versos de su "Vida-Garfio"
A flor de tierra abre mi fosa, junto al riente
alboroto divino de alguna pajarera
o junto a la encantada charla de alguna fuente
alboroto divino de alguna pajarera
o junto a la encantada charla de alguna fuente
A flor de tierrra, amante. Casi sobre la tierra,
donde el sol me caliente los huesos, y mis ojos,
alargados en tallos, suban a ver de nuevo
alargados en tallos, suban a ver de nuevo
la lámpara salvaje de los ocasos rojos."
Gloria Figueroa elige la mirada a Chile: Oscar Hahn, dos hermosos poemas, que no encuentro ahora entre mis libros, pero en estos días en los que Chile arde por sus cuatro puntos cardinales, traigo aquí su hermoso "Ciudad en llamas"
"Entrando en la ciudad por alta mar
la grande bestia vi: su rojo ser
Entré por alta luz, por alto amor
entréme y encontréme padecer
Un sol al rojo blanco en mi interior
crecía y no crecía sin cesar
y el alma con las hordas del calor
templóse y contemplóse crepitar
Ardiendo el más secreto alrededor
mi cuerpo en llamas vivas vi flotar
y en medio del silencio y del dolor
hundióse y confundióse con la sal:
entrando en la ciudad por alto amor
entrando en la ciudad por alta mar"
Lee después Alberto Chacón a Mario Benedetti y dos caras de su lírica moneda, la hundida en la decepción y su himno de alegría combatiente. Dejó aquí los últimos versos de su "Defender la alegría"
"defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría."
Leo yo a dos poetas españoles, la generación del 27, representada por Rafael Alberti en su época más andaluza y lorquiana y al alicantino Carlos Sahagún de la generación del 50 con uno de los poemas que mas me impactaron en mi adolescencia "Cosas inolvidables", escrito en 1.961
"Pero ante todo piensa en esta patria,
en estos hijos que serán un día
nuestros: el niño labrador, el niño
estudiante, los niños ciegos. Dime
qué será de ellos cuando crezcan, cuando
sean altos como yo y desamparados.
Por mí, por nuestro amor de cada día,
nunca olvides, te pido que no olvides.
Los dos nacimos con la guerra. Piensa
lo mal que estuvo aquella guerra para
los pobres. Nuestro amor pudo haber sido
bombardeado, pero no lo fue.
Nuestros padres pudieron haber muerto
y no murieron. ¡Alegría! Todo
se olvida. Es el amor. Pero no. Existen
cosas inolvidables: esos ojos
tuyos, aquella guerra triste, el tiempo
en que vendrán los pájaros, los niños.
Sucederá en España, en esta mala
tierra que tanto amé, que tanto quiero
que ames tú hasta llegar a odiarla. Te amo,
quisiera no acordarme de la patria,
dejar a un lado todo aquello. Pero
no podemos insolidariamente
vivir sin más, amarnos, donde un día
murieron tantos justos, tantos pobres
Aun a pesar de nuestro amor, recuerda."
en estos hijos que serán un día
nuestros: el niño labrador, el niño
estudiante, los niños ciegos. Dime
qué será de ellos cuando crezcan, cuando
sean altos como yo y desamparados.
Por mí, por nuestro amor de cada día,
nunca olvides, te pido que no olvides.
Los dos nacimos con la guerra. Piensa
lo mal que estuvo aquella guerra para
los pobres. Nuestro amor pudo haber sido
bombardeado, pero no lo fue.
Nuestros padres pudieron haber muerto
y no murieron. ¡Alegría! Todo
se olvida. Es el amor. Pero no. Existen
cosas inolvidables: esos ojos
tuyos, aquella guerra triste, el tiempo
en que vendrán los pájaros, los niños.
Sucederá en España, en esta mala
tierra que tanto amé, que tanto quiero
que ames tú hasta llegar a odiarla. Te amo,
quisiera no acordarme de la patria,
dejar a un lado todo aquello. Pero
no podemos insolidariamente
vivir sin más, amarnos, donde un día
murieron tantos justos, tantos pobres
Aun a pesar de nuestro amor, recuerda."
Gerard Prins trajo a Lord Byron ante la falta de poetas holandeses y nos leyó "Ella camina en la belleza":
"Una sombra de más, un rayo de menos,
De haber mermado la gracia sin acervo
Que se agita en cada plumaje del cuervo
O ilumina suavemente así su cara
Donde los pensamientos serenamente
dulces expresan eso que le depara
su pura y adorable hermosa morada.
Y en esa mejilla, y sobre esa frente
Tan suave, tan tranquila, pero elocuente,
Las sonrisas que vencen, tintes que brillan,
Y hablan de días en la bondad presente
Una mente en el pasado en paz con todo,
Un corazón cuyo amor es inocente."
De haber mermado la gracia sin acervo
Que se agita en cada plumaje del cuervo
O ilumina suavemente así su cara
Donde los pensamientos serenamente
dulces expresan eso que le depara
su pura y adorable hermosa morada.
Tan suave, tan tranquila, pero elocuente,
Las sonrisas que vencen, tintes que brillan,
Y hablan de días en la bondad presente
Una mente en el pasado en paz con todo,
Un corazón cuyo amor es inocente."
Termina Angélica leyendo un poema de Juan Vera. No se me ocurrirá incluirlo ahora. Mi vanidad no llega a tanto.