Recojo aquí unos poemas del primer libro.
Poema II
Ayer llegó...
Me pilló de sorpresa.
Vino dentro de una carta
certificada y sin señas,
pero era el mismo traje,
los mismos moñetes a los lados,
era el mismo matasellos y la misma
cartulina de un recuerdo.
Sentí que se abría el cajón
de la mesilla
y se levantaba muerta,
olvidada en un sobre de dos años.
No quise revivir el hastío
y pensé en las montañas
que ya no tienen nieve,
fue un dulce consuelo,
lo pensé.
impresiones locas,
olas sin destino
de un verano.
Poema VII
Un manojo de ríos
sin cauces, sin caudal,
sin valle, sin memoria,
perfilan la estancia,
el infierno oscuro,
la prisión del reproche.
Un manojo de atomos de polvo,
de sombras y luces de colores.
Un manojo de lágrimas y ayes,
de manos y palabras pecadoras.
Y nadie abre la puerta
y me rescata
y nadie encuentra el cauce,
ni el caudal, ni el valle,
ni nadie recupera la memoria.
Y nadie puede ver la luz del sol
ni encontrar el cuchillo
que corte las palabras.
Lloro
y el manejo de mis lágrimas
es un manojo ciego
de traiciones
Poema VIII
Todas las noches
cuando apagan la luz en las casas,
me escondo,
me tapo la cabeza
con las sábanas
y ocurre algo terrible,
veo un espectro
que grita y se lamenta.
Es el llanto de un niño,
de un niño ingenuo
que decidió ser bueno.
Sé que mañana
sucederá lo mismo
y pasado y al otro,
y por saberlo
temo despertarme algún día
con su cuerpo
caliente entre mis brazos.
Muerto ya,
lleno de espanto,
con los ojos cubiertos
de besos sin sonido
y con ese llanto
con ese horrible llanto
con el inconfundible llanto
de un niño,
de un niño ingenuo
que decidió ser bueno
Poema X
Te estuve esperando mucho tiempo,
aún era yo azul y te esperaba,
por eso cuando llegaste
me acerqué a darte un beso.
Luego se me cayó una lágrina.
Fue mucho tiempo,
muchas golondrinas
y cementerios amarillos.
Te estuve esperando mucho tiempo,
tanto
que fue muchísimo
y me quedé sin tiempo.
Poema XVII
Eternidad,
aullido de un mar
envuelto en sombras.
,
Eternidad,
quejido del pájaro
sin nido.
Eternidad,
aquel beso,
dos suspiros,
un nombre de mujer
las amapolas.
Poema XX
Olvidada mujer
llena de encantos,
se me olvidó el sonido
de tus blancas olas,
se me olvidó el color
de tu sangre oscura.
No recuerdo el dolor
de tus labios anchos,
No recuerdo si escuchabas
mis palabras
cuando hablaba
Ni recuerdo si fueron
crepúsculos marinos.
Lo importante,
lo único que dura,
fue todo aquello
que no me dijiste
y el beso de pasión
que nunca nos dimos.
Eso,
no lo olvido.
¿Estará este adolescente guardado en algún lugar de mi corazón? ¿Dónde estaban entonces las semillas del optimismo que caminó después conmigo toda la vida? Lo que sí me han traído estas lecturas es una gran curiosidad por los jóvenes de 16 años que hoy miro como niños, casi 50 años más tarde.