viernes, 19 de septiembre de 2014

La generación del 27 (6) Jorge Guillén


No siempre nos influye sólo lo que nos gusta más. Jorge Guillén era demasiado serio para mi, que ya era un adolescente serio, pero a la vez cuando leí "Cántico" sentí un optimismo silencioso

  PERFECCIÓN

Queda curvo el firmamento,
Compacto azul, sobre el día.
Es el redondeamiento
Del esplendor: mediodía.
Todo es cúpula. Reposa,
Central sin querer, la rosa,
A un sol en cénit sujeta.
Y tanto se da el presente
Que al pie caminante siente
La integridad del planeta.

autógrafo



Sí, Jorge Guillén era uno de los integrantes castellanos de la "Generación del 27",  había nacido en Valladolid y representa la serenidad y la nostalgia. Esto lo digo hoy a mis 64 años pero quiero volver al texto del joven que aún no cumplía los 17

 "Las diferencias

 Vamos a tratar ahora de exponer levemente la diferencia de cada uno de ellos (los poetas) en cuanto a lo que representan en la poesía. Para ello voy a referirme  a los seis poetas: Guillén, Salinas, Gerardo Diego, Alberti,  Aleixandre y Lorca, pertenecientes los tres primeros al grupo castellano y los tres últimos al grupo andaluz que consiguen su plena consagración antes de la Guerra Civil,  ya que Dámaso Alonso lo consigue después con sus “Hijos de la Ira”.

La primera diferencia se puede establecer entre los dos grupos, el grupo castellano es más intelectualista, el andaluz posee la gracia y la intuición lírica.

"Jorge Guillén
Representa el predominio de lo intelectual, la misma tendencia que representa Paul Valery. Escribe una poesía que ofrezca una dificultad intelectual para que se haga un esfuerzo para comprenderla. Su libro crucial es “Cántico”. Vamos a analizarlo a través de sus propios versos.

(El alma vuelve al cuerpo,
Se dirige a los ojos
Y choca.) —¡Luz! Me invade
Todo mi ser. ¡Asombro!

Intacto aún, enorme,
Rodea el tiempo. Ruidos
Irrumpen. ¡Cómo saltan
Sobre los amarillos

Todavía no agudos
De un sol hecho ternura
De rayo alboreado
Para estancia difusa,

Mientras van presentándose
Todas las consistencias
Que al disponerse en cosas
Me limitan, me centran!

La idea central es la alegría, el cántico de la hermosa realidad del mundo existente. Gira todo armónicamente y el poeta se siente centro de todo, núcleo de la naturaleza.

¡Beato sillón! La casa
corrobora su presencia
con la vaga intermitencia
de su invocación en masa
a la memoria. No pasa
nada. Los ojos no ven,
saben. El mundo está bien
hecho. El instante lo exalta
a marea, de tan alta,
de tan alta, sin vaivén.

Aquí, ante una conciencia de eternidad y universalidad salta de júbilo, ya que ha descubierto que cualquier objeto – un modesto sillón por ejemplo- es una clave para comprender la unidad del mundo y la hermosura y la perfección de lo creado."

Esto escribí entonces, creo que aunque Guillén estaba exiliado y daba clases en distintas partes del mundo, ese optimismo me parecía inadecuado cuando España aún conservaba el dolor en las esquinas de su larga postguerra. Hoy no lo veo así: el optimismo es un don que tiene cabida en todos los momentos de la vida.

En 1.977 le otorgaron el Premio Cervantes creado el año anterior, ya en el reinado de Juan Carlos I (muerto Franco) siendo los primeros en recibirlo, en 1.976, ex aequo su compañero de generación Gerardo Diego y Jorge Luis Borges.

Mas tarde aún y después de morir su rostro fue estampilla de correos, quizás franqueando sobres que contenían cartas de esperanza.

En 1963 en la tercera parte de su obra "Clamor" incluyó este soneto de perfectos endecasílabos y rima consonante que parte de una cita de Quevedo

ARS VIVIENDI
Presentes sucesiones de difuntos
Quevedo


Pasa el tiempo y suspiro porque paso,
aunque yo quede en mí, que sabe y cuenta,
y no con el reloj, su marcha lenta
—nunca es la mía— bajo el cielo raso. 

Calculo, sé, suspiro —no soy caso
de excepción— y a esta altura, los setenta,
mi afán del día no se desalienta,
a pesar de ser frágil lo que amaso. 

Ay, Dios mío, me sé mortal de veras.
Pero mortalidad no es el instante
que al fin me privará de mi corriente. 

Estas horas no son las postrimeras,
y mientras haya vida por delante,
serás mis sucesiones de viviente.


Ay, Dios mío, me sé mortal de veras. A veces ha de pasar mucho tiempo para que nos demos cuenta. Jorge Guillén murio en Málaga en 1.984 a los 91 años.